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  • Iván Delgado Sánchez

Ojalá el fútbol fuese más como Ted Lasso



Hace años que no vivo igual el fútbol. Es verdad que nunca lo he vivido al mismo nivel que mucha gente de mi entorno, pero solía seguir a los equipos que me gustaban y me interesaba por todo lo que rodeaba a este deporte. Aunque sigue siendo una parte importante de mi vida, mi apego por el fútbol ha ido disminuyendo con los años, en parte porque mis intereses fueron virando hacia otras cosas como los cómics o el baloncesto, pero también por todo lo nocivo que envuelve a este deporte.


El fútbol ha estado siempre muy ligado a los hombres y a lo masculino, incluso por encima de otros deportes de contacto como las artes marciales o el rugby (famoso por su tercer tiempo). Fruto de esta masculinidad salen a relucir problemas como el racismo, la violencia o la homofobia. Estas actitudes tóxicas están tan arraigadas en la sociedad actual que no sería justo culpar únicamente al fútbol de ellas. Sin embargo, sólo hay que ver cómo se comportan muchos de los asistentes a los partidos o leer comentarios en Internet de aficionados de cualquier equipo para comprobar lo ligadas que están estas conductas a este deporte. Para que se vea un cambio en las aficiones, son los equipos y, sobre todo, los jugadores quienes deben dar ejemplo y combatir la toxicidad en el fútbol. Desgraciadamente, todo esto queda aún lejos, pero la serie de la que quiero hablar hoy muestra perfectamente todo lo que debe cambiar en este deporte para que sea del disfrute de todos.


Ted Lasso es una serie de Apple TV+ estrenada en agosto de 2020 y cuyo final fue estrenado hace ya varias semanas. Jason Sudeikis interpreta al personaje que da nombre a la serie, un entrenador de fútbol americano que empieza a entrenar, junto a su mejor amigo Beard (Brendan Hunt), a un equipo de fútbol inglés sin tener mucha idea de este deporte. La premisa puede no ser muy llamativa, sobre todo para gente que no sea muy aficionada al fútbol, pero la realidad es que esta es sólo una excusa para tratar temas mucho más importantes.


En este equipo nadie se queda fuera.


Aunque el equipo al que entrena Ted Lasso juega contra clubes como el Manchester City o el West Ham en una Premier League muy parecida a la nuestra, el AFC Richmond se siente claramente ficticio a poco que nos adentramos en él. Lo primero en lo que nos fijamos es que este equipo tiene a una mujer como presidenta, Rebecca Welton (Hannah Waddingham), lo que es una rara avis en nuestro fútbol. Aunque esta es ya una diferencia importante respecto a la realidad, la característica más distintiva de este club es la ausencia de masculinidad tóxica en su vestuario. Si bien no conocemos tanto la cara privada de los futbolistas reales, por lo general no me los imagino mostrándose vulnerables con sus compañeros o saliendo de los cánones de masculinidad. Por ello, actitudes como las de Héctor Bellerín o Borja Iglesias, que podrían considerarse normales, llegan a ser noticia. En cambio, la norma en la serie es lo contrario y la evolución de los personajes va siempre ligada al distanciamiento de la masculinidad tóxica. Por ejemplo, Roy Kent (Brett Goldstein), que en la serie es lo más cercano al típico estereotipo de macho, con rasgos muy masculinos y siempre enfadado, es un gran líder y se muestra preocupado por sus compañeros y familia. Otro de los personajes en los que vemos esta discordancia es Jamie Tartt (Phil Dunster), quien empieza siendo el personaje más odioso, pero evoluciona notablemente a lo largo de las temporadas, reflejándose en su relación con Keeley Jones (Juno Temple). Y más allá de desarrollos de personaje, es muy divertido ver a futbolistas debatiendo sobre el mejor papel de Julie Andrews, ensayando una coreografía al ritmo de una boy-band o no teniendo miedo a llorar mientras ven una película romántica.


Una de las mejores cosas de la serie es la amistad entre estos dos.


Por suerte, Ted Lasso no sólo se deshace de este tópico, sino que, a lo largo de las temporadas, también aborda otros de los problemas que salpican al fútbol continuamente. El personaje que interpreta Toheeb Jimoh, Sam Obisanya, suele ser centro de muchas reivindicaciones por su origen nigeriano. Por mucho que Tebas lo niegue, España y su Liga aún tienen mucho camino por recorrer en la lucha contra el racismo, como comprobamos hace sólo unos meses con Vinicius Jr. como objetivo (aunque no sea ni mucho menos el único ejemplo). En la serie, es Sam quien recibe ataques racistas y se pone el foco en las instituciones y gobiernos que respaldan estas ideas. Otro de los grandes momentos con Obisanya como protagonista tiene lugar cuando el equipo sigue su ejemplo después de que este decida tapar el patrocinio de Dubai Air en su camiseta al enterarse de que esta empresa contamina su país de forma indiscriminada. Recientemente, pudimos ver un gesto parecido de la Selección de Alemania criticando al régimen de Qatar durante el Mundial de 2022 por su represión y censura contra el colectivo LGTBI+. Aunque fue un gesto valiente, su impacto fue anecdótico y sin mayor repercusión. Incluso ya se habla de un futuro Mundial en Arabia Saudita, otro país que viola los Derechos Humanos.


Sam Obisanya junto a Montlaur y Zoreaux oponiéndose a las políticas de Dubai Air.


Uno de los temas más importantes que se tocan en la última temporada es la homosexualidad en el fútbol. Los futbolistas (hombres) que han salido del armario en las grandes ligas de nuestro fútbol se pueden contar con los dedos de una mano, mientras que es mucho más común ver a jugadoras como parte del colectivo. Esta normalización podría parecer algo positivo para el deporte femenino, pero tiene más que ver con el machismo inherente a la homofobia que con la propia aceptación de la orientación sexual de las futbolistas. Por ello, es tan importante que se le dé visibilidad a este tema en una serie ambientada en un mundo tan parecido al nuestro, aun con una visión quizá demasiado optimista.


La ficción permite crear historias que se alejen de la realidad, haciendo hincapié en las partes que quiera destacar el autor. Yo disfruto especialmente de las películas y series de deportes que subrayan los aspectos positivos de los mismos, como el trabajo en equipo y la deportividad. El anime Haikyuu!! o la saga Rocky son ejemplos magníficos de ello, consiguiendo acercarme a deportes que nunca me habían interesado. Por otro lado, Ted Lasso ha hecho lo propio durante mi crisis de fe con el fútbol, así como el ascenso de mi Recre y el documental Bienvenidos al Wrexham Football Club (con Ryan Reynolds y Rob McElhenney) me han hecho recordar lo importante que es este deporte para mucha gente, especialmente cuando se trata de equipos más humildes.


Una muestra de lo unido que está el AFC Richmond.


Podría seguir hablando sobre otros de los temas que tan bien trata esta serie (la responsabilidad de los medios, la salud mental e incluso la Superliga), pero estaríamos aquí todo el día. Así que, para terminar, quería aclarar que no pienso que los aficionados al fútbol sean constitutivamente malos, pero sí que creo que las ideas racistas, machistas y homófobas están demasiado arraigadas en una proporción muy ruidosa de sus seguidores. Por lo tanto, sólo puedo insistir en lo recomendable que es esta serie seáis fans o no de este deporte, porque ojalá el fútbol (y el mundo) fuesen más como Ted Lasso.

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